sábado, 7 de septiembre de 2013
El disputado voto del señor Cayo
Título: El disputado voto del señor Cayo.
Autor: Miguel Delibes.
Biografía del autor: Miguel Delibes Setién
(17-10-1920/12-3-2011) fue un novelista vallisoletano y miembro de la RAE
desde 1975.
Número de capítulos: 10.
Número de páginas: 192
Nombre de los principales personajes: Víctor, Laly, Rafa y
el señor Cayo.
Nombre del protagonista: el
señor Cayo.
Valores humanos: Nostalgia, abandono, sencillez.
Género literario: Narrativa.
Resumen: Víctor, Laly y Rafa son tres militantes de un
partido político que, ante la proximidad de las elecciones de 1977, acuden a un
pequeño pueblo, Cureña, a hacer propaganda electoral. Sin embargo, allí
descubren que en dicha aldea solo hay dos casas habitadas, y sus ocupantes ni
siquiera se hablan. Conocen al alcalde, el señor Cayo, que les enseña el pueblo
y deja que le acompañen en su rutina diaria. Pero a lo largo del día los tres
políticos se van dando cuenta de que no tienen ni idea del mundo rural, mundo
que el señor Cayo controla a la perfección, dejando claro que él va a vivir
igual gobiernen unos u otros. Finalmente, Víctor comienza a pensar que el señor
Cayo es mucho más astuto e independiente que ellos, y lo sintetiza en la frase
“hemos ido a redimir al redentor”. También cabe destacar su reflexión de que
“el señor Cayo podría vivir sin Víctor, pero Víctor no podría vivir sin el
señor Cayo”.
Crítica personal: Delibes nos enseña en esta obra la
belleza del mundo rural, que desgraciadamente queda cada vez más abandonado y
olvidado. Llama la atención que el señor Cayo tiene todo lo que necesita para
vivir, pese a que está completamente aislado de la sociedad. Esta forma tan
sencilla de subsistir hace pensar a los políticos, especialmente a Víctor, que
es el señor Cayo el que debe enseñarlos y ayudarlos a ellos, y no al revés.
viernes, 12 de julio de 2013
Laura y Julio
Un día, por la mañana, sabiendo que Laura se encontraba en el trabajo, y tras comprobar que las ventanas de los demás pisos estaban cerradas, se asomó al patio y tiró del tendal hasta tener a mano un par de piezas de la ropa interior de su mujer, que descolgó con sigilo. Se trataba de un sujetador y un tanga, ambos recién estrenados, y que poseían la hostilidad de lo nuevo. Se enontraba obervándolos, cuando le sobresaltaron un par de pitidos del móvil. Era un mensaje de Amanda. Le decía que lo invitaba a comer y le pedía que se ocupara un par de horas de su hija. Tras leerlo, Julio volvió a colocar las prendas íntimas en el tendal, las deslizó hasta su posición anterior y cerró la ventana con cuidado. Luego telefoneó a Amanda para confirmarle que se hacía cargo de la niña. Eran las doce del mediodía.
Llegó a casa de Amanda a la una y media. Pese a que ella sólo le había visto en un par de ocasiones, una de ellas vestido ya con prendas de Manuel, percibió algo nuevo en él.
-Estás cambiado -dijo.
-Me he cortado el pelo -respondió él.
-No es eso
-He dejado la moto.
-¿Es una decisión importante dejar la moto?
-Sí.
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Nelson Mandela
In 1953, Nelson Mandela made one of his most famous speeches. In the speech he warned that there would be "no easy walk to freedom". He was right. The walk to freedom was not easy. Though the end was near, the last few steps would still be filled with problems.
The following weeks and months were a time of great hope. It was also a time when many South African organisations and people disagreed. And there were worse problems. All hoped that there would be peace after Mandela was freed. But the violence got worse. Between 1990 and 1994, thirteen thousand people died from political violence.
domingo, 21 de abril de 2013
Sotileza
El lector honrado comprenderá sin
esfuerzo la situación de aquellos infelices. Sotileza, en el calor del
hondísimo disgusto que la produjo la llegada súbita de Andrés, desalentado, confuso y
balbuciente, señal de lo descabellado de su resolución, atenta sólo a reprocharle con palabras
duras su temerario proceder, no oyó el poquísimo ruido que hizo la puerta de la bodega
al ser cerrada por Carpia; o le atribuyó, si llegó a fijarse en él, a causas bien diferentes
de la verdadera; y por lo que toca a Andrés, ni un cañonazo le hubiera distraído del
aturdimiento en que le puso la resuelta actitud de Sotileza. Tampoco le llamaron la
atención las primeras y, para ella, confusas voces de Carpia dirigiéndose a su madre,
pues acostumbrada la tenían las mujeres del quinto piso a oírlas dialogar harto más recio
desde el balcón a la calle; pero cuando empezó a encresparse la pelamesa, y el
vocerío fue más resonante, la misma gravedad de la situación en que se veía la pobre
muchacha excitó su curiosidad; y dejando interrumpidas sus duras
recriminaciones a Andrés, que no hallaba réplicas en sus labios, apartóse de él para observar lo
que acontecía afuera, desde la misma salita. En cuanto vio la puerta cerrada al otro
extremo del carrejo, se lanzó hasta ella; y al enterarse de que estaba sin llave y corrido el
pasador de la cerradura, exclamó con espanto, llevando sus manos cruzadas y convulsas
hasta cerca de la boca:
-¡Virgen de las Angustias!..., ¡lo que han hecho
conmigo!
Sotileza es una obra de José María de Pereda. Si quieres conocer detalles sobre el autor, pulsa aquí,
lunes, 14 de enero de 2013
La estanquera de Vallecas
ÁNGELES. Lo guarda la abuela, de verdad. ¿A que sí, abuela?... Yo no sé dónde está... Sólo eso, lo del cajón. (Sacan el cajoncillo de los cuartos y lo ponen en el mostrador.) TOCHO. ¡La calderilla! Va a parecer que venimos de un bautizo, ¡no te jode! LEANDRO. Suéltala, déjala hablar. Que diga dónde está. TOCHO. (Quitándele la mano de la boca, con voz amenazante.) ¡Abuela, el dinero y van tres! ABUELA. Mecagüen hasta en la leche que habéis mamao! ¡Canallas! ¡Hijos de mala madre! ¡Quererle robar a una vieja...! TOCHO. A una vieja y a una joven. El dinero o le salto la tapa de los sesos. ¡Se acabó! A la una, a las dos y a las.. (Agarra el Tocho su viejo pistolón con las dos manos, y muy peliculero, se lo pone a la vieja en el hueco de las sienes.) ABUELA. ¡Dispara, Iscariote! ¡Dispara si tienes lo que tienes que tener! ¡Cabronazo! ¿Quién es José Luis Alonso de Santos? |
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